ETAPA 14: LIENDO - GÜEMES

Etapa asesina. Larguísima. Preciosa, pero eterna. De hecho, el "fallo" está en dormir en Liendo, mientras que las guías recomiendan dormir en Laredo, unos quilómetros después. De esta manera, la ruta se hace algo más corta. Sin embargo, la ruta de ayer era más corta, pero algo más aburrida. Ésta, sin embargo, es mucho más larga, pero muy muy distraída. Quizás recomiendo hacer una etapa más , y dormir en Santoña, que también tiene un albergue -privado y pequeño- pero que tiene muy buena pinta. Si no, esta etapa se hace muy larga, aunque variada. Tienes playa, camino, carretera, barquitas, centros turísticos, ciudades, ...de todo. Y el final, que es la guinda del pastel. Pero vayamos por partes.

Albergue de Liendo. Salida de madrugada. Queda una etapita larga larga.

Se empieza subiendo por la carretera, y teniendo que hacer algo de asfalto. Realmente, el camino por Cantabria está menos cuidado, y uno tiene que ir trampeando entre asfalto y caminos extraños de vez en cuando. De hecho, poco después, las flechas te llevan absurdamente a un pueblo que no tiene nada, y que es un desvío que, teniendo en cuenta la etapa que uno tiene por delante, desmoraliza bastante. 

A Laredo se llega desde arriba, viendo la amplisima playa, brutal cuando es bajamar.

Llegada a Laredo. Pueblo-ciudad con todo lo necesario.

Dejamos el centro, y empezamos a movernos por dentro de la playa, hasta llegar al embarcadero que nos acercaría a Santoña. 

Playa de Santoña.

Caminando hacia el embarcadero

Las niñas bonitas, también pagan dinero.

Cogemos la barca, y Helena, nuestra compañera física madrileña, nos declara que no puede continuar. Las ampollas están pudiendo con ella, y decide quedarse allí, porque seguramente ahí podrá encontrar servicio médico que la pueda cuidar. Nos despedimos, y Juan y yo cruzamos Santoña, y lo abandonamos por un carril bici que pasa cerca de una prisión, para llegar a otra playa. Sin embargo, antes de pisar arena, hay que subir por "el brusco", una pequeña cima que une dos grandes playas. Durillo al principio, y casi debes ir escalando sobre la arena. Sin embargo, las vistas desde arriba son preciosas.

Subiendo por "El Brusco"

Bajando hacia Noja.

La bajada te obliga otra vez a caminar por las arenas de la playa de Noja, y esta vez lo decido hacer sin zapatos. Me descalzo, me los pongo al cuello, y comienzo a caminar por una playa eterna, preciosa. Sin embargo, el camino se ralentiza, al ir por la playa, y quedan muchos quilómetros aún para llegar a Güemes. 

Se sale de Noja y se sigue caminando, esta vez ya por interior, en la parte que se hace más larga y aburridilla. El problema principal en esta parte del trayecto, es lo poco claro que está marcado el camino. Las señales tienden a desaparecer, y uno tiene que ir interiorizándolo, y cambiando de filosofía. Ya no son las flechas las que te llevan por el camino, sino que tú mismo vas inventando el camino, por intuición, por deseo, y por una energía extraña -llámalo magia, llámalo hambre- la que te va llevando paso a paso por los pueblos. Es típico entrar en un pueblo con las señales del camino, y perderlas dentro de él, para volver a encontrarlas unos quilómetros después. 

Después de un poco de vueltas, de un poco de vaquitas, de un poco de lluvia, de un poco de barro, de un poco de asfalto, te acabas acercando al ALBERGUE. Y digo albergue con mayúsculas, porque todo peregrino que sueñe con un albergue, encontrará en este la realización de sus sueños. 

Últimos metros antes de la llegada al albergue de Güemes.

Albergue de Güemes.

"La cabaña del abuelo Peuto", que es el albergue de Güemes, es un punto y aparte en todo el camino. Nunca podría explicar qué es exactamente, pero sí puedo decir qué me dieron. Me acogieron, me recibieron con paz, me dieron ánimos para volver, fuerza para continuar, ilusión para recordar, chispa para entender, sabiduria para reflexionar. Hicieron lo que nadie hubiera imaginado en otros albergues. Ejemplo de esto son estas fotos: una reunión con todos los peregrinos para explicar las posibles variantes en las próximas etapas, una cena común maravillosa, y un momento para la relajación y el cante, después de la cena. Quizás se pueda pedir más, pero seguro que no mejor. 

Reunión para explicar las variantes del camino en los próximos días.

Después de la cena, hubo un momento para la relación, y para recordar algunas canciones  cantadas entre todos. 

Si no ha quedado claro, vuelvo a remarcar que el paso por el albergue de Güemes es IMPRESCINDIBLE, para entender qué es el camino. Sitio para acabar etapas, o para empezar el camino. Sitio para huir de los fantasmas, o para poderse enfrentar a ellos. Sitio para creerte especial solo por lo que eres, o poderte creer importante formando parte de algo grande. Güemes comenzó a partir de entonces a formar parte de mi imaginario, en la parte más cariñosa de mis recuerdos.