Día de despedidas, éste. Generalmente Bilbao suele ser una ciudad grande, y eso hace que se convierta en punto clave de finales de ruta, y de comienzos. Aquí acaban mis compañeras de Mataró, y muchos otros que nos han acompañado a lo largo de la etapa.
La ruta es especialmente sosa. La subida al alto de Avril es dura, pero bonita, y hasta la bajada a la iglesia de Begoña todo está bastante lleno de naturaleza, y se convierte en un paseo agradable a la vista, rodeado de la típica naturaleza pre-urbana. Si tienes suerte se puede hacer una bonita foto de toda la ría de Bilbao, pero generalmente sacarás una preciosa toma... de un espeso mar de niebla.
Luego se baja al casco viejo, para acabar metiéndose en el que los mismos bilbainos suelen denominar "peor barrio de la ciudad", el "Bilbao viejo", algo parecido al Raval barcelonés. Más de una persona te recomendará evitar el trayecto marcado por las flechas, e ir por la ría, pero yo no lo desaconsejo. Si no llevas riquezas y joyas -cosa poco normal en un peregrino- no serás molestado, y lo único que te sorprenderá será la cantidad de inmigrantes variados que circulan por sus calles.
Primeras calles de Bilbao. Bajada hasta el centro. |
Ría y calles centrales. |
Alrededores del Museo Guggenheim. |
El paseo por el casco céntrico es imprescindible. Es de obligada necesidad pasear por la ría, por el Guggenheim, y tomar unos pinchos con los peregrinos que se despiden. En mi caso se convirtió en una despedida de esas que se recuerdan siempre, con regalito-recuerdo por parte de mis chicas mataroninas, y promesas. Promesas de cenas, de entrega de fotos, y de amistad eterna.
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