ETAPA D: LOGOSO - CORCUBIÓN

Día de lluvia sería decir poco. Dice en las guías que es una etapa bonita. No lo sé. Desgraciadamente tengo que reconocer que es, quizás, la única etapa donde ni siquiera he podido intentar plasmar lo que naturaleza te enseñaba. No. Porque no estamos hablando de la típica lluvia gallega. No. Es diciembre. Y a eso hay que añadirle que nos encontrábamos con la resaca de la ciclogénesis de hacía unos días. Ciclogénesis. No había oído hablar de esa palabra hasta días antes. La recordaré para siempre.

Cómo se agradecen estos pequeños lugares de descanso, en una tierra de lluvias comunes y usuales.
 Se preveía que iba a ser una etapa dura por el temporal. Decidimos no alejarnos mucho los unos a los otros. La unión de lluvia y viento -aunque no hiciera un frío excesivo- hacía que fuera realmente incómodo caminar, y que las capas de agua revolotearan de un lado a otro, haciendo poco uso. Acabámos haciéndonos un nudo en las puntas, como si de un pañuelo se tratara. Eso ayudo algo.



Como digo, puede que sea una etapa muy bonita en verano, pero nos tocó una visibilidad nula. Lamento que eso haya sido así para el lector de este blog, aunque quizás le sirva para entender lo que se puede llegar a encontrar en un día de estos por galicia en diciembre. Que no se preocupe. Es más incomodo, pero no imposible. Es más sufrido, pero también se valora más, después de la llegada. Como decía Freud, "Me considero un hombre afortunado, nada en la vida me fue fácil". Pues lo mismo. Me considero un peregrino afortunado, pues nada en esta etapa me fue fácil. Porque superar etapas como ésta te dejan un lustre diferente en la cara, en la sonrisa, y quizás en el corazón. No sé.  

La visibilidad a pocos metros era nula. Caminar, apretar los dientes, y canturrear son las únicas armas de un peregrino en remojo.

Ciñéndonos a la etapa estríctamente, se puede decir que ha sido una etapa de subidas y bajadas muy leves, por caminos de tierra muy libres de árboles. A veces se encuentran árboles, y estás protegido por algunas aldeas con sus bloques de pisos -las menos veces-, pero cuando pasas Hospital, queda un largo trecho sin nada, solo algunos árboles, algunos eucaliptus, o incluso momentos donde estás totalmente descubierto al raso, y el aire te golpea lateralmente de manera racheada. Si se vive esta etapa en otra época, seguramente esto no se note. En invierno, y con la ciclogénesis encima, era una broma seria, porque conseguía movernos del camino un poquito. Se agradecía tener mochila, porque su peso te ayudaba a mantener el camino.

¿Es un pájaro? ¿Es un fantasma? ¡No! ¡Es un peregrino loco caminando el 30 de diciembre por Galicia!

A lo largo del camino te vas encontrando algunos lugares para descansar en el campo -pocos- o alguna ermita e iglesia. Recuerdo también con intensidad la brusca bajada hasta Cee. Vigila las rodillas, y las punteras de los pies, que a esas alturas pueden estar muy sensibles, demasiado como para que las castigues en exceso. 

Como siempre, uno va encontrándose capillas, iglesias, ermitas, y pequeños lugares de rezo en el camino.

Nosotros, que ibamos buscando un sitio para descansar secos desesperadamente, en cuanto bajamos a Cee descansamos en el primer bar que te puedes encontrar en esa bajadita. Debe ser un bar muy solicitado y buscado, después de algunos quilómetros sitio donde tomar nada. Después de reponernos, continuamos buscando un supermercado. Es cierto que en el albergue de Corcubión, que pertenece a la Asociación Galega de amigos del Camino de Santiago, la hospitalidad es inmensa, y se te acoge con promesa de cena y cama a cambio solo del donativo que te salga del alma, pero nuestro capitán tenía ganas de hacer una buena sopa de fideos con pollo y huevo para comer, y algo había que buscar y comprar. ¡Ah, y oruxo para la queimada! Lo normal, de hecho, es que el albergue no esté abierto hasta después de la hora de comer, o sea que no es mala idea tampoco hacer un pequeño descansito, y comer alguna cosa por el pueblo. También es bueno saber que, si el día es soleado, el albergue tiene una zona preciosa en el exterior donde uno se puede montar un picnic perfectamente y sin problemas. De esa manera aseguras cama, comes a la sombra de los árboles, y ya no tienes que rehacer camino hasta el albergue.

Provisionándose antes de subir a Corcubión. 

Porque es importante avisar al peregrino perezoso y despistado que la ruta aún no ha acabado. Queda cruzar Cee. Queda cruzar Corcubión. Y queda la subidita hasta el albergue. El muy agradable y recomendable albergue de Corcubión se encuentra al final de una subidita impactante, que al peregrino que lleva muchos quilómetros en la etapa de ese día, le puede dejar verdaderamente derrotado. Sirva como aviso para peregrinos confiados. 


A partir de ahi viene una subidita durante unos 10 minutos que te quita las ganas de todo. ¡Ánimo!

Pero la meta merecía el esfuerzo. En mi caso yo llegaba acompañado de tres ex-hospitaleros de Corcubión, que más que llegar a una etapa más, o a un albergue agradable, llegaban a lo que era su segunda casa, o su paraíso particular. El sitio tenía una emoción especial para ellos, y también lo tuvo para mí. El objetivo de los hospitaleros de Corcubión es intentar conseguir que te sientas como en casa. Si además vas acompañados de buena gente, ya no se puede pedir más. 

Como en casa. Sofá, mantita, libro -o móvil-...y a descansar.




De hecho, creo que, de todo el blog, ésta es la única etapa donde las fotos del albergue son más numerosas que las de la ruta efectuada. Eso se debe a dos motivos. En primer lugar, el día no acompañaba a hacer muchas fotos en el exterior, como se habrá visto en las pocas fotos hechas. Pero el segundo motivo es que la tarde y la noche se rellenó con diversos momentos agradables. Esos momentos que todo peregrino ha vivido en un albergue en situaciones que se convierten en especiales: esa queimada que todo el mundo ha vivido alguna vez - con conxuro gallego mal leído por mí, hasta que un peregrino gallego se decidió a leerlo-, esa guitarra que alguien coge, y empieza a rasgar, hasta que las canciones van saliendo solas...

Joan solo sabía tocar tres canciones...

 Porque siempre hay alguien que sepa tocar la guitarra, aunque "solo sepa cuatro canciones". Porque siempre hay alguien que sabe cantar letras en cualquier idioma, aunque "solo se sepa el estribillo". Y porque siempre hay alguien que sepa dar masajes. Así lo hicimos, poniéndonos en situación de trenecito, y regalándonos unos masajes mejor o peor dados por todos nosotros.


Sesión de masajes relajantes...

...y sesión de masajes impactantes!

 El momento de la famosa cena comunitaria se acercó, y todos nos situamos en una misma mesa, cenando con el resto de peregrinos en perfecta armonía. Es un albergue que da juego a hacer una queimada de "semi-despedida" o de "pre-ensayo" de la gran fiesta que deseaba hacer para el fin de año, o para el final del camino, o para lo que fuera que a cada uno le debe pasar en Finisterre. Cualquier excusa es buena para una queimada, o para unos bailes, o para unas canciones. 




Perolo para cenar. Nadie se quedó con hambre.




Momentos previos a la queimada. El capi de organizador.

"Mouchos, coruxas, sapos e bruixas..."







Ruben y Joan, dos peregrinos valencianos, que llevaban el ritmo en las venas.





3 comentarios:

  1. Me ha encantando conocer tus andanzas. peregrino.Mi marido y yo hicimos ese camino en el mes de junio.Es espectacular.Me ha encantado conocer tus vivencias en el albergue y la conexion. entre todos los peregrinos,Buen camino peregrino

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    1. Vaya. Muchas gracias, Montse. La idea es que a partir de mis experiencias, la gente sepa, y vea, lo que es el camino desde dentro. Cada cual hace su camino, pero muchas veces los caminos tienen puntos comunes. Esa es la filosofía de mi blog. Nuevamente, gracias por el saludo.

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  2. Yo estuve en Corcubion el 23 de Enero, junto con un amigo, que recuerdos de ver tus fotos, hice el camino en pleno invierno y no me arrepiento.
    Salva Alicante

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