Mini-etapa de tranquilidad. Encontrar un grupo que tenía pensado hacer las etapas con la misma tranquilidad y paz que tú siempre es agradable. 14 kilometritos de nada. Lo importante es caminar sin prisas, disfrutar de los paisajes, descansar con tranquilidad, y saborear los cafés, las comidas y las cenas. Hay que tener en cuenta también que en invierno los días son más cortos, hace más frío, y que hemos empezado hace tres días el camino. Aquel que venga de Irún, o Roncesvalles, se reirá de esta etapa, y hará dos en una. Adelante. Tiene su lógica. Pero yo disfruto del camino cuanto más lento, mejor. Perdóneseme.
La salida, después de muchos años sin haberlo hecho, fue en grupo. Ayer salimos mi amiga, yo, y nos acercamos a otra pareja. Pero la cena de ayer había ayudado a la cohesión del grupo, e hicimos prácticamente todo la ruta en un grupito bastante compactado. Bienvenido sea.
El sol se levantaba tímidamente entre neblinas y y brumas. Eso ayudó para que hasta media mañana, aproximadamente, la luz del sol nos fuera acompañando pálidamente en nuestro camino. Un camino sencillo, y no muy largo. Las típicas agujetas del tercer día estaban ahí, pero nada especial con lo que no se pudiera tirar adelante.
|
Cementerio de Maroñas |
La salida es llana, y por camino asfaltado. Algo tranquilo, y agradable para ir calentando los músculos. En un momento determinado, nuestro "capitán" -Eduardo, el peregrino de rojo pasión de las imágenes- que lleva muy recorrido este camino, nos iba avisando de los "falsos caminos": aquellos lugares donde las flechas nos hacen entrar a un pueblo innecesariamente, simplemente con la no siempre interesante idea de ver una iglesia pequeñita, o la menos inocente idea de pasar por delante de un bar, o una tienda concreta. De esa manera, ahorrándonos esas subidas y bajadas, esas entradas y salidas a pueblos extraños, conseguimos alcanzar a algún peregrino suelto que había salido media hora antes.
|
El sol, que aparecía por primera vez en días, ayudaba a crear una luz preciosa. |